Drenaje linfático postquirúrgico en mayores

El cuerpo necesita ayuda para recuperarse

Cuando pasamos por una cirugía, nuestro cuerpo atraviesa un gran esfuerzo. Ya sea una operación de cadera, una intervención abdominal o una cirugía estética, hay algo en común en todas: el organismo queda sensible, inflamado y necesitando apoyo para sanar. Con el Drenaje linfático postquirúrgico en mayores ayudaremos en los tiempos de recuperación ya que suelen ser más lentos.

A lo largo de mi trayectoria, he acompañado a muchísimos pacientes mayores en su post-operatorio. Recuerdo a Don Pedro, de 78 años, que vino a verme tras colocarse una prótesis de rodilla. Su pierna estaba hinchada, con moretones, y apenas podía descansar bien por las noches. Con paciencia y sesiones de drenaje linfático manual, fuimos ayudando a su cuerpo a eliminar el exceso de líquidos, desinflamar y recuperar movilidad. En menos de un mes, su bienestar era otro.

El cuerpo tiene su sabiduría, sí, pero a veces necesita una mano experta que lo acompañe. Y ahí es donde el drenaje linfático cumple un rol fundamental. 

¿Qué es el drenaje linfático manual?

El drenaje linfático manual (DLM) es una técnica de masaje muy suave y rítmica que se aplica sobre la piel para estimular el sistema linfático, que es el encargado de eliminar toxinas, líquidos y desechos del cuerpo. No es un masaje fuerte ni profundo como el descontracturante, sino que se trabaja con maniobras delicadas, casi como caricias, siguiendo el recorrido natural de los vasos linfáticos.

Imagina que el sistema linfático es como una red de arroyos que lleva el agua sucia hasta estaciones de limpieza (los ganglios). Después de una cirugía, esos arroyos se pueden “tapar” por la inflamación, los puntos, la inmovilidad o incluso por los medicamentos. Ahí es cuando el drenaje linfático actúa como si abriéramos canales para que esa agua pueda circular y salir del cuerpo.

En adultos mayores, esta técnica es aún más valiosa porque sus tejidos suelen retener más líquidos y su sistema linfático trabaja más lento con los años. Con el drenaje linfático manual, ayudamos a mover suavemente ese líquido acumulado (el edema), mejoramos la oxigenación de los tejidos y favorecemos una recuperación más cómoda y efectiva.

Yo siempre les explico a mis pacientes que es como ayudar al cuerpo a “barrer” lo que ya no necesita, sin forzarlo ni apurarlo. Y esa ayuda marca la diferencia.

¿Por qué es importante después de una cirugía?

Después de una operación, el cuerpo entra en un proceso natural de defensa y reparación. Se inflama, acumula líquidos en la zona intervenida y en los tejidos cercanos, genera hematomas (moretones) y, a veces, incluso forma fibrosis o endurecimientos si no se acompaña correctamente la recuperación. Todo esto es parte del proceso, pero también puede volverse una traba si el cuerpo no logra “drenar” bien.

Ahora bien, ¿qué papel cumple el sistema linfático en todo esto? Es el gran encargado de eliminar esos líquidos, restos celulares y toxinas que se acumulan tras una cirugía. Pero no tiene una bomba como el corazón. Depende del movimiento del cuerpo, de la respiración y de otros estímulos externos para activarse. Y ahí es donde entra el drenaje linfático manual.

El drenaje linfático manual activa la circulación de la linfa (ese líquido transparente que a veces se escapa por las heridas quirúrgicas) con movimientos suaves, rítmicos y precisos, dirigidos hacia los ganglios linfáticos principales, como los que tenemos en cuello, axilas e ingle. Esta estimulación:

  • Desinflama los tejidos, disminuyendo el edema postquirúrgico.
  • Acelera la reabsorción de hematomas (esas manchas moradas o verdes).
  • Previene la fibrosis, que son esos bultitos o durezas que a veces quedan si no se trata a tiempo.
  • Disminuye el dolor, ya que al reducir la presión interna, mejora la oxigenación del tejido.
  • Ayuda al sistema inmune, algo clave en adultos mayores.

En adultos mayores, es aún más importante

A lo largo de los años he tratado a muchos pacientes mayores después de cirugías de cadera, vesícula, hernias, párpados o abdomen. En ellos, el cuerpo se inflama con más facilidad, y a veces cuesta más eliminar ese exceso de líquidos. La movilidad también suele estar reducida, y eso enlentece todo el proceso de recuperación.

Por eso el drenaje linfático manual es una herramienta terapéutica fundamental en el postquirúrgico, especialmente en la tercera edad. No solo acelera la recuperación física, sino que mejora el ánimo y la calidad de vida. Y eso, en un momento tan delicado, vale muchísimo.

Beneficios específicos en adultos mayores

En el postoperatorio, todos necesitamos una ayuda para sentirnos mejor. Pero en los adultos mayores, esa ayuda no solo es útil: es clave. El drenaje linfático manual aporta beneficios concretos y visibles, que pueden hacer la diferencia entre una recuperación lenta y complicada o una experiencia más amable y llevadera.

A esta altura de la vida, el cuerpo cambia. Los tejidos pierden elasticidad, el metabolismo se vuelve más lento, la circulación se reduce, y el sistema linfático —como muchas otras funciones— ya no trabaja con la misma eficacia. Si a eso le sumamos una cirugía, el combo es exigente. Pero acá viene la buena noticia: con una técnica suave, segura y bien aplicada como el drenaje linfático manual, podemos acompañar ese proceso de forma extraordinaria.

Veamos los beneficios uno por uno:

  • Reducción de edemas y retención de líquidos

La hinchazón postoperatoria es muy común, y en personas mayores puede durar semanas si no se trata. El Drenaje linfático postquirúrgico en mayores ayuda a eliminar ese líquido que se acumula en los tejidos (el famoso “edema”) con maniobras suaves que estimulan la circulación linfática. A veces, después de apenas dos o tres sesiones, los pacientes ya sienten sus piernas más livianas, o notan que su abdomen o rostro se desinflama visiblemente.

  • Prevención de fibrosis y adherencias

Uno de los grandes temores tras una cirugía, especialmente en cirugías estéticas o abdominales, es que se forme fibrosis. Es decir, que el tejido cicatrice de forma dura, con nódulos internos que pueden doler, tirar o afectar el resultado estético. El drenaje linfático, al activar la circulación y descomprimir los tejidos, previene esa cicatrización irregular. Cuanto antes se empiece, más efectiva es la prevención.

  • Mejora del descanso y disminución del dolor

Una gran cantidad de adultos mayores que veo en consulta me cuentan lo mismo: “Me duele y no puedo dormir”. La inflamación, la incomodidad, la sensación de presión en la zona operada… todo eso interfiere con el sueño. Al reducir la tensión de los tejidos, el drenaje linfático no solo alivia el dolor, sino que relaja el sistema nervioso, ayudando a conciliar el sueño y descansar mejor. Y dormir bien, ya sabés, es una medicina en sí misma.

  • Estimulación del sistema inmune

¿Sabías que el sistema linfático también forma parte del sistema inmunológico? Al activarlo, ayudamos a que el cuerpo se defienda mejor ante infecciones, algo especialmente importante en mayores, que a veces tienen las defensas bajas por la edad o los medicamentos. Esto no reemplaza los controles médicos ni los antibióticos cuando son necesarios, claro, pero sí suma como un aliado natural en la recuperación.

  • Un beneficio emocional: sentirse acompañado

Este no siempre aparece en los libros, pero para mí es uno de los más poderosos. A través del contacto, el cuidado, la presencia atenta, el drenaje linfático se convierte también en una forma de acompañar emocionalmente al adulto mayor en un momento de vulnerabilidad. Muchos me dicen después de una sesión de Drenaje linfático postquirúrgico en mayores: “Sentí que mi cuerpo volvió a respirar”. Ese alivio es físico, sí, pero también emocional. Y eso, en un proceso de sanación, es oro.

Como ves, no estamos hablando solo de “deshinchar” una zona, sino de cuidar a la persona en su totalidad: su cuerpo, su ritmo, sus tiempos. Por eso, cuando me preguntan si el drenaje linfático es recomendable para adultos mayores en postoperatorio, mi respuesta es siempre un rotundo sí, pero en manos expertas, con respeto y conocimiento.

Mi experiencia: cómo lo aplico en mis pacientes mayores

Cuando trabajo con adultos mayores en recuperación postquirúrgica, lo primero que tengo presente es que cada cuerpo tiene su historia, su ritmo y sus límites. No se trata solo de aplicar una técnica, sino de mirar a la persona de forma completa: su edad, su estado físico, sus emociones, sus miedos y hasta sus silencios.

No es lo mismo un drenaje en una persona joven, que en alguien de 70, 80 o más. Los tejidos son más frágiles, los umbrales de dolor distintos, y muchas veces hay otras condiciones asociadas: hipertensión, diabetes, osteoporosis, problemas de circulación… todo eso se tiene en cuenta antes de poner siquiera las manos sobre su piel.

También observo mucho cómo se mueve, cómo respira, cómo se expresa. Hay pacientes que vienen con ansiedad, otros con tristeza, otros con mucha expectativa de “volver a estar como antes”. Mi rol ahí no es solo físico: es también de contención. Les explico paso a paso lo que vamos a hacer, qué puede sentir, qué esperar después de la sesión. No hay apuro, y eso ellos lo agradecen profundamente.

Además, ajusto siempre el entorno: la camilla más baja, almohadones para acomodar bien la postura, mantas para que no sientan frío. Pongo música suave, iluminación tenue… Parece algo menor, pero en personas mayores, esos detalles hacen que se sientan seguras y cuidadas.

A veces, la familia también necesita guía: les explico cómo pueden colaborar en casa, cómo observar la evolución del edema o cuándo es necesario consultar.

En resumen: tratar a un adulto mayor después de una cirugía no es solo trabajar sobre un edema, es acompañar un proceso vital, con respeto, paciencia y cariño. Y eso, cuando se hace con amor y experiencia, se nota.

Recomendaciones para una recuperación más rápida y segura

Después de una cirugía, especialmente en adultos mayores, el cuerpo necesita descanso, alimentación adecuada, acompañamiento emocional y controles médicos. Pero si hay algo que puede marcar una diferencia clara en cómo y cuánto se tarda en recuperar, es el drenaje linfático manual postquirúrgico en mayores.

En mi experiencia, los pacientes que comienzan el drenaje en el momento adecuado —ni muy pronto ni muy tarde— tienen menos molestias, menos edema, mejor movilidad y un estado general mucho más liviano. El cuerpo responde más rápido cuando lo ayudamos con suavidad y conocimiento.

Algunas recomendaciones clave:

  • Iniciar el drenaje linfático lo antes posible, siempre con aprobación médica. Muchas veces, ya desde el tercer o cuarto día postoperatorio es seguro comenzar.
  • Elegir un profesional capacitado, con experiencia en adultos mayores y en postoperatorios. No todos los masajistas están preparados para este tipo de abordaje.
  • Respetar la frecuencia: al principio, lo ideal es realizar sesiones frecuentes (cada 48 hs), y luego ir espaciando según evolución.
  • No forzar el cuerpo: cada organismo tiene su ritmo. El drenaje es una técnica que acompaña, no apura.
  • Observar los cambios: una buena evolución incluye menos hinchazón, menos dolor y mejor descanso.

Incluir el drenaje linfático como parte del proceso postquirúrgico no es un detalle más: es una herramienta concreta que mejora la calidad de vida, acelera los tiempos de recuperación y da confianza, tanto al paciente como a su entorno.

Cuidados en casa que acompañan el drenaje linfático

El trabajo que hacemos con el Drenaje linfático postquirúrgico en mayores es muy valioso, pero los pequeños gestos del día a día en casa también suman muchísimo a la recuperación. Estas son algunas recomendaciones simples que siempre comparto con mis pacientes y sus familias:

Tomar suficiente agua

El sistema linfático necesita agua para funcionar bien. Si el cuerpo está deshidratado, no puede movilizar correctamente los líquidos. Recomiendo tomar pequeños sorbos a lo largo del día, especialmente después de las sesiones de drenaje. Nada de exagerar, pero sí mantener una buena hidratación.

Usar ropa cómoda y que no apriete

Evitar medias apretadas, fajas demasiado rígidas o prendas que dejen marcas. Todo lo que comprima puede entorpecer la circulación linfática. En algunos casos, se indican prendas de compresión específicas, pero siempre deben ser recetadas por un profesional.

Elevar las piernas al descansar (si la cirugía lo permite)

En cirugías de miembros inferiores, elevar levemente las piernas con un almohadón ayuda a drenar el exceso de líquidos. Siempre recomiendo consultar al médico.

Evitar el sedentarismo prolongado

No hace falta hacer grandes caminatas, pero sí moverse con suavidad, dentro de lo que el cuerpo permite. Caminar unos pasos dentro de la casa, hacer respiraciones profundas, mover los tobillos o las manos… todo eso activa la linfa. La quietud total prolongada ralentiza el sistema y dificulta la recuperación.

Cuidar la piel y la cicatriz

Hidratar bien la piel con cremas neutras y suaves (sin perfumes intensos ni alcohol). Si ya se puede tocar la zona de la cicatriz, hacerlo con cariño, sin fricción. Nunca automasajear zonas operadas sin guía profesional.

Acompañar con paciencia y buen trato

Esto lo digo siempre: el cuerpo necesita tiempo, pero también palabras amables, apoyo emocional y una dosis diaria de tranquilidad. Quienes cuidan también sanan. Estar presentes, sin presionar, es parte del proceso.

Con estos cuidados, el drenaje linfático no solo actúa en la camilla, sino que se potencia con un entorno que acompaña y sostiene. El bienestar se construye todos los días, con pequeños gestos que el cuerpo agradece profundamente.

Acompañar el cuerpo con respeto y conocimiento

Recuperarse de una cirugía es mucho más que “esperar que pase”. Es un proceso activo, que puede ser más corto, más cómodo y más humano si se lo acompaña con las herramientas correctas. En el caso de los adultos mayores, cada detalle cuenta, y el drenaje linfático manual se vuelve un verdadero aliado en ese camino.

No se trata de hacer más fuerza, ni de invadir al cuerpo, sino de escucharlo y ayudarlo a soltar lo que ya no necesita: líquidos, toxinas, tensiones, miedos. Esta técnica, aplicada con conocimiento y sensibilidad, tiene la capacidad de aliviar, prevenir complicaciones y devolver bienestar, paso a paso.

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