Historia y origen del yoga

Historia y origen del yoga: desde sus raíces en la India hasta la práctica actual

¿Por qué mirar al origen del yoga?

Hoy en día, el yoga está en todas partes. Lo vemos en gimnasios, redes sociales, estudios urbanos e incluso apps de móvil, yoga en granada, yoga en el mundo, etc… . Muchas personas lo asocian con estiramientos, flexibilidad o bienestar físico, y sí, todo eso puede formar parte de la experiencia… pero es solo la punta del iceberg, vamos a descubrir la historia y origen del yoga .

Conocer la historia y el origen del yoga no es un ejercicio académico ni una simple curiosidad: es una forma de honrar sus raíces y de dar profundidad y sentido a lo que hacemos cada vez que nos sentamos a respirar o entramos en una postura. Porque el yoga no nació como una rutina de ejercicio moderno, sino como una práctica espiritual, ética y filosófica, un camino completo hacia el conocimiento de uno mismo y la liberación interior.

Conocer su historia para entender su profundidad

El yoga tiene más de 2.000 años de historia (algunos textos incluso hablan de 5.000 años), y ha ido evolucionando desde sus formas más contemplativas hasta los estilos dinámicos que hoy conocemos. Entender sus orígenes —desde los cantos védicos y los primeros textos filosóficos de la India hasta los sutras de Patañjali y el desarrollo del Hatha Yoga— nos ayuda a practicar con más presencia, respeto y conciencia.

Cuando comprendemos de dónde viene esta tradición, entendemos también que el yoga no es una técnica, sino una actitud: una forma de estar en el mundo, de relacionarnos con nuestro cuerpo, nuestras emociones, y con los demás.

Más que ejercicio: una filosofía de vida

El yoga, en su esencia, no busca solo estirar músculos o aliviar el estrés. Su propósito original era —y sigue siendo— cultivar una mente clara, un corazón compasivo y una vida en armonía. Las posturas (asanas) son solo una parte del camino, una herramienta para preparar el cuerpo y calmar la mente, pero no el fin.

Practicar yoga sin conocer su historia es como visitar un templo antiguo sin saber quién lo construyó o para qué. Cuando conocemos el contexto, todo cobra más sentido. Y lo más bonito es que, al profundizar en sus raíces, podemos adaptar el yoga a nuestra vida moderna sin perder su esencia.

Raíces ancestrales: El yoga en la India antigua

El yoga tiene sus raíces en la antigua civilización india, mucho antes de que existiera el concepto de “clase de yoga” o “postura”. En sus inicios, el yoga era un camino de interiorización, contemplación y unión con lo divino. No se practicaba en grupo ni con esterilla, sino en silencio, en soledad, y con una profunda búsqueda espiritual como motor.

Primeras menciones en los Vedas y los Upanishads

Las primeras referencias a la historia y origen del yoga aparecen en los Vedas, los textos sagrados más antiguos de la tradición india (escritos alrededor del 1500–1000 a.C.). En ellos, el yoga no se describe como una práctica física, sino como una forma de concentración mental y ritual espiritual.

Más adelante, en los Upanishads —textos filosóficos que marcan una evolución más introspectiva del pensamiento védico— el yoga se presenta como un camino de unión entre el alma individual (atman) y la conciencia universal (brahman). Se habla de la meditación, el desapego, el control del ego y la importancia del silencio interior.

Aquí nace uno de los principios más profundos del yoga:

Yoga como unión, no solo de cuerpo y mente, sino de lo humano con lo divino, de lo individual con lo eterno.

Yoga como camino espiritual y de autoconocimiento

En esta etapa, el yoga no tenía nada que ver con las posturas que hoy practicamos. Era principalmente un camino espiritual y filosófico, practicado por sabios (rishis) que se retiraban al bosque para meditar, observar la naturaleza y contemplar la verdad.

Se trataba de dominar la mente, superar los deseos y reconocer la verdadera naturaleza del ser. El cuerpo era importante, sí, pero sólo en tanto vehículo para alcanzar un estado de equilibrio y claridad. La práctica se centraba en la respiración, la concentración (dhyana), los mantras y la ética interna.

En la historia y origen del yoga el enfoque sigue siendo la base de toda la tradición yóguica, aunque con el tiempo se fueron incorporando otras dimensiones, como las posturas, la purificación corporal y la energía vital (prana), que veremos más adelante.

El Yoga clásico y los Yoga Sutras de Patañjali

Aunque el yoga ya se practicaba desde hacía siglos en forma de meditación y búsqueda interior, fue en torno al siglo II a.C. cuando esta tradición tomó forma sistemática gracias a un sabio llamado Patañjali. Su obra, los Yoga Sutras, es uno de los textos más importantes de toda la historia del yoga. No enseña posturas, sino una filosofía de vida y una guía clara para calmar la mente y alcanzar la liberación espiritual.

El sistema del Ashtanga Yoga (los 8 pasos)

En los Yoga Sutras, Patañjali propone un camino en ocho pasos llamado Ashtanga Yoga (no confundir con el estilo físico moderno del mismo nombre). Cada paso representa un aspecto del desarrollo personal y espiritual:

  1. Yamas – principios éticos hacia los demás (no violencia, verdad, no robar…)
  2. Niyamas – disciplinas personales (limpieza, contentamiento, autoestudio…)
  3. Asana – postura corporal estable y cómoda
  4. Pranayama – control consciente de la respiración
  5. Pratyahara – retiro de los sentidos hacia el interior
  6. Dharana – concentración mental
  7. Dhyana – meditación sostenida
  8. Samadhi – estado de unión, paz profunda y claridad absoluta

Lo interesante es que solo uno de los ocho pasos se refiere al cuerpo físico, y ni siquiera se describen posturas específicas. Asana aquí significa “sentarse con firmeza y facilidad”, es decir, tener un cuerpo estable para poder meditar.

Esto nos recuerda que en historia y origen del yoga, el yoga clásico tenía como objetivo final el dominio de la mente, no del cuerpo, y que todas las técnicas eran herramientas para alcanzar un estado de libertad interior.

La importancia del control mental y la ética

Uno de los sutras más conocidos dice:

“Yogaś citta-vṛtti-nirodhaḥ”
“Yoga es el cese de las fluctuaciones de la mente.”

Esta frase resume toda la filosofía de Patañjali: el yoga es un camino hacia la calma interior, hacia un estado en el que los pensamientos dejan de arrastrarnos, y podemos ver la realidad tal como es.

Por eso los Yoga Sutras siguen siendo tan relevantes hoy. Nos recuerdan que el yoga va mucho más allá del cuerpo, y que sin ética, sin autoobservación y sin trabajo interior, la práctica se queda incompleta.

El desarrollo del Hatha Yoga

Con el paso de los siglos, el enfoque del yoga fue evolucionando. A partir del siglo XI aproximadamente, comenzó a surgir una nueva corriente dentro de la tradición: el Hatha Yoga, una práctica que puso el cuerpo en el centro del camino espiritual, no como algo separado de lo sagrado, sino como un vehículo esencial para alcanzar la liberación.

Este fue un punto de inflexión. Hasta entonces, el cuerpo se consideraba principalmente un instrumento para meditar, pero con el Hatha Yoga se convirtió en un campo de exploración energética, física y espiritual en sí mismo.

El cuerpo como vehículo de transformación

La palabra hatha se compone de “ha” (sol) y “tha” (luna), y hace referencia al equilibrio de las energías opuestas dentro de nosotros: activa y receptiva, masculina y femenina, solar y lunar. Hatha Yoga es, por tanto, la práctica que busca armonizar esas polaridades a través del cuerpo y la energía.

Los yoguis del Hatha comenzaron a desarrollar técnicas más detalladas que involucraban:

  • Asanas (posturas físicas) para fortalecer y purificar el cuerpo
  • Pranayama (control de la respiración) para despertar y dirigir la energía vital (prana)
  • Bandhas (cierres energéticos) y mudras (gestos) para contener y transformar la energía
  • Shatkarmas (técnicas de limpieza) para purificar los órganos y sistemas corporales

Este enfoque no solo buscaba salud o flexibilidad, sino una preparación profunda para acceder a estados de meditación más elevados y para despertar la kundalini, la energía latente que, según la tradición, reside en la base de la columna vertebral.

El Hatha Yoga fue la base sobre la que, siglos después, se desarrollarían muchos de los estilos contemporáneos que conocemos: Vinyasa, Iyengar, Kundalini, entre otros.

La expansión del yoga en Occidente

Durante miles de años la historia y origen del yoga se considero una tradición esencialmente oriental, transmitida de maestro a discípulo en un contexto espiritual y cultural muy diferente al occidental. Sin embargo, a partir del siglo XIX y especialmente en el siglo XX, comenzó su viaje hacia Occidente, donde adoptó nuevas formas, ganó popularidad… y también enfrentó grandes transformaciones.

El cambio de enfoque: de lo espiritual a lo físico

Con su llegada a Occidente, el yoga fue adaptándose al estilo de vida moderno, muchas veces centrándose más en el aspecto físico (asanas) que en su dimensión filosófica o espiritual.

Esto no es necesariamente negativo. Muchas personas se han acercado al yoga por el dolor de espalda, el estrés o el deseo de moverse… y han descubierto luego su dimensión más profunda. Pero también es cierto que, en algunos contextos, el yoga ha sido reducido a una rutina de ejercicio más, perdiendo parte de su esencia original.

El reto actual es mantener viva la raíz del yoga, incluso en entornos modernos. Respetar su historia, su propósito, y recordar que más allá de la forma externa, el yoga es una herramienta para vivir con más conciencia, presencia y conexión.

El yoga hoy: tradición y adaptación

Hoy, el yoga está más vivo y más presente que nunca. Se practica en estudios, escuelas, hospitales, cárceles, oficinas, gimnasios y hogares de todo el mundo. Hay clases presenciales y online, estilos para todos los cuerpos, edades y necesidades. Pero esta expansión también plantea una gran pregunta: ¿cómo mantener la esencia del yoga en un mundo que cambia tan rápido?

Nuestra apuesta en Quiroesencia es llevar a un nivel más elevado de cuerpo y mente a nuestros alumnos, fusionando técnicas ancestrales de masaje con yoga.

Diferentes estilos contemporáneos

En las últimas décadas, han surgido múltiples estilos de yoga que combinan tradición y modernidad. Algunos ponen el foco en el movimiento, otros en la alineación, otros en lo energético o en lo restaurativo. Entre los más conocidos están:

  • Vinyasa Flow: dinámico y creativo, sincroniza movimiento con respiración
  • Iyengar: detallado, técnico, usa apoyos para una alineación precisa
  • Ashtanga Yoga: estilo exigente con series fijas y ritmo intenso
  • Yin Yoga: pasivo y meditativo, trabaja en la quietud y la fascia
  • Kundalini Yoga: combina kriyas, respiración y meditación para despertar la energía
  • Yoga restaurativo: centrado en la relajación profunda y la recuperación
  • Yoga terapéutico o somático: adapta la práctica a lesiones o situaciones específicas

Cada uno ofrece algo diferente, pero todos, si se enseñan con conciencia, pueden ser una puerta hacia una mayor conexión interna.

Cómo mantener la esencia en tiempos modernos

Practicar yoga hoy significa también encontrar un equilibrio entre tradición y adaptación. No se trata de imitar lo antiguo sin entenderlo, ni de vaciar la práctica de su sentido profundo. Se trata de honrar el espíritu del yoga —presencia, escucha, transformación interior— en un mundo que lo necesita más que nunca.

Algunos caminos para lograrlo:

Volver a los textos y la filosofía: comprender que el yoga incluye ética, meditación, respiración y estilo de vida

Adaptar sin desvirtuar: permitir que el yoga se adapte al cuerpo, a la cultura y a la vida moderna, sin perder su intención

Recordar que el objetivo no es la postura perfecta, sino una mente más clara y un corazón más presente

Practicar con respeto y gratitud por sus raíces: especialmente en un contexto donde a veces se trivializa o comercializa

En esencia, el yoga moderno puede ser tan profundo como el yoga antiguo, si lo practicamos con intención, honestidad y conexión.

El yoga es un camino, no una moda

En un mundo que muchas veces busca resultados rápidos, el yoga nos invita a caminar lento, a mirar hacia adentro y a construir una práctica que va más allá de lo visible. Conocer la historia y origen del yoga no es un gesto académico, es una forma de honrar una tradición milenaria que sigue viva porque responde a una necesidad profunda del ser humano: estar en paz consigo mismo.

Al igual de conocer la historia de los orígenes del masaje nos da una idea de como hemos buscado diferentes caminos para alcazar el bienestar.

El yoga no nació para ser perfecto, ni para impresionar a nadie. Nació como un camino de transformación, de silencio, de presencia. Y sigue siéndolo, si elegimos practicarlo con conciencia, humildad y gratitud.

Hoy tenemos la suerte de poder acceder al yoga desde cualquier lugar del mundo. Pero con esa libertad, también viene una responsabilidad: recordar su esencia, respetar sus raíces y adaptarlo sin vaciarlo.

Así que, si estás en este camino —ya sea desde hace años o recién empezando—, te invito a mirar más allá de las posturas, más allá de las tendencias. A preguntarte: ¿Qué me mueve? ¿Qué busco realmente en esta práctica?
Y a permitirte explorar el yoga no como una moda… sino como un viaje de regreso a ti.

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