Preparación para sesión de masajes

¿Por qué la preparación marca la diferencia?

La preparación antes de una sesión de masajes es importante para poder aprovechar mejor este momento de autocuidado, mucha gente piensa que venir a una sesión de masaje es simplemente tumbarse en la camilla y dejarse hacer. Y sí, relajarse es parte clave del proceso, pero lo que haces antes de la sesión puede influir muchísimo en cómo responde tu cuerpo al tratamiento y en los beneficios que vas a notar después.

Te lo digo desde la experiencia: llevo más de 15 años trabajando con todo tipo de pacientes —desde personas que vienen con contracturas crónicas, hasta deportistas o gente que simplemente busca desconectar del estrés—, y he visto cómo una buena preparación mejora no solo la experiencia durante el masaje, sino también los resultados a medio y largo plazo.

Por ejemplo, cuando un paciente llega con tiempo, sin prisas, con el estómago ligero y habiendo hablado conmigo sobre cómo se siente ese día, puedo adaptar el masaje con mucha más precisión. El cuerpo no está tenso ni en alerta, y eso me permite trabajar tejidos más profundos, desbloquear zonas con mayor facilidad y conseguir una relajación más profunda.

Además, preparar el cuerpo y la mente es una forma de darle valor al momento del masaje, de empezar a conectar contigo mismo antes de que empiece el contacto físico. Es como decirle al cuerpo: “Eh, ahora toca cuidarnos”.

En las siguientes secciones te voy a contar con detalle cómo hacerlo bien y qué cosas tener en cuenta para que aproveches al máximo tu próxima sesión.

Alimentación y bebida: qué comer (y qué evitar) antes del masaje

Uno de los errores más comunes que veo en consulta es venir a la sesión justo después de haber comido mucho… o venir completamente en ayunas. Y créeme, ninguna de las dos cosas es ideal.

🍽️ ¿Qué comer antes de un masaje?

Lo mejor es que comas algo ligero y fácil de digerir unas 1,5 o 2 horas antes del masaje. Piensa en una ensalada suave, algo de arroz con verduras, un yogur con fruta o un pequeño bocadillo. Así tu cuerpo tiene energía, pero no está ocupado digiriendo una comida pesada.

 ¿Qué evitar?

  • Comidas copiosas y grasas
  • Cafeína o estimulantes
  • Alcohol

¿Y la bebida?

Beber agua sí es recomendable, pero con moderación. Lo ideal es que estés bien hidratado desde la mañana, no que te bebas medio litro justo antes de tumbarte. Un cuerpo hidratado responde mejor al masaje: los tejidos están más elásticos, la circulación mejora y los efectos del masaje (sobre todo si es drenante o descontracturante) son mucho más efectivos.

En resumen: come ligero, hidrátate bien y evita todo lo que altere tu digestión o tu sistema nervioso. Tu cuerpo lo va a agradecer desde el primer minuto de masaje.

Ropa y comodidad: cómo venir vestido y qué traer

Aunque pueda parecer un detalle menor, cómo vienes vestido a tu sesión de masaje puede influir bastante en tu comodidad y en el flujo natural del tratamiento. No se trata de venir como si fueras al gimnasio, pero sí con ropa que te ayude a estar relajado desde que entras por la puerta.

¿Qué tipo de ropa es mejor?

Lo ideal es que vengas con ropa cómoda, suelta y fácil de quitar y poner. Cuanto menos tengas que preocuparte por la ropa, más fácil será para ti relajarte antes y después del masaje.

Yo siempre tengo preparado todo lo necesario en la consulta —sábanas, toallas, música suave, aceites—, pero si vienes con ropa que te permita moverte y cambiarte con facilidad, todo fluye mejor.

Un detalle importante: los calcetines

Parece una tontería, pero si puedes traer unos calcetines limpios y cómodos, mejor. Muchas veces, tras el masaje, el cuerpo entra en un estado de relajación profunda y los pies pueden enfriarse un poco. Tener unos calcetines calentitos ayuda a mantener el confort térmico y a prolongar esa sensación de bienestar.

¿Qué deberías traer?

En general, no necesitas traer nada si vienes a una consulta como la mía, donde ya tengo todo preparado para tu comodidad. Pero si quieres venir aún más a gusto, puedes traer:

  • Una goma del pelo si llevas melena larga, para no tenerla en la cara durante el masaje.
  • Una botella de agua para después de la sesión.
  • Si estás tomando medicación o tienes informes médicos relevantes (por ejemplo, si has tenido una lesión reciente), tráelos o coméntamelo.

Y sobre todo, trae ganas de desconectar, de respirar hondo y de dejar que tu cuerpo se exprese sin prisas.

Higiene y cuidado corporal antes de la sesión

Cuidar la higiene antes de un masaje no es solo una cuestión de respeto hacia el terapeuta, sino también una forma de preparación de tu cuerpo y tu mente para el momento de recibiruna sesión de masajes.

Una ducha antes: el primer paso para relajarte

Siempre que puedas, date una ducha antes de venir al masaje, especialmente si vienes después de trabajar, de hacer ejercicio o de haber estado sudando. No hace falta que te pongas colonia ni cremas, simplemente agua y jabón para eliminar el sudor, la grasa natural del cuerpo y cualquier resto de productos cosméticos.

Te aseguro que el cuerpo lo nota: una piel limpia absorbe mejor los aceites y cremas, y se deja trabajar con más facilidad. Además, esa pequeña rutina ya te va metiendo en el “modo relax”.

¿Evitar cremas o perfumes?

Sí, mejor evitar usar cremas corporales, aceites o perfumes fuertes antes de la sesión. Algunas cremas pueden crear una barrera en la piel que dificulta el trabajo manual, y los perfumes intensos pueden resultar molestos, tanto para ti como para mí, especialmente en espacios cerrados.

Además, en sesiones largas o muy profundas, el masaje puede hacer que la piel reaccione un poco más, y mezclar varios productos no siempre es buena idea.

Uñas, pies y pequeñas cosas que se agradecen

  • Si sabes que vamos a trabajar pies o manos (como en reflexología o en un masaje completo), revísalos antes: unas uñas limpias y cortas, sin esmaltes fuertes, ayudan a que el contacto sea más agradable.
  • No hace falta estar perfecto, pero un mínimo de cuidado muestra que te tomas en serio el momento del masaje, igual que yo me lo tomo en serio cuando preparo cada sesión.

En resumen: venir aseado y con la piel natural y limpia mejora la calidad del masaje, facilita el contacto manual y hace que ambos estemos más cómodos durante toda la sesión.

Estado emocional: cómo relajarse mentalmente antes de empezar

Aunque el masaje es una terapia física, el cuerpo y la mente están profundamente conectados. He tenido muchísimos pacientes que llegan con el cuerpo tenso no por cargar peso, sino por todo lo que llevan en la cabeza: preocupaciones, prisas, ansiedad, tristeza…

Por eso, prepararse emocionalmente antes de entrar a la camilla puede marcar una gran diferencia en cómo tu cuerpo recibe el masaje y en la profundidad del trabajo que podemos hacer.

Baja el ritmo, aunque sea unos minutos

Intenta llegar a la consulta con al menos 5-10 minutos de margen. No solo para no llegar corriendo, sino para darle tiempo a tu sistema nervioso a cambiar de marcha. Venir de una reunión intensa, del tráfico o del móvil sin parar y tumbarte de golpe en la camilla… es como frenar un coche a 100 km/h en seco.

Muchos de mis pacientes aprovechan esos minutos para sentarse en silencio, respirar profundo o simplemente quedarse en silencio sin hacer nada. Parece poco, pero el cuerpo lo agradece.

Un truco simple: la respiración

Una técnica que suelo recomendar es hacer tres respiraciones profundas, lentas, inhalando por la nariz y soltando el aire por la boca como si suspiraras. Es algo tan básico que a veces se nos olvida, pero el simple acto de respirar bien empieza a relajar el cuerpo desde dentro.

Si te ayuda, puedes pensar en algo tan sencillo como: “Ahora es mi momento”, o “Voy a soltar lo que no necesito”.

Y si te sientes removido… dilo

A veces, antes de un masaje, uno se siente más sensible emocionalmente. Ya sea porque estás pasando por un momento difícil, o simplemente porque tu cuerpo te está pidiendo más atención. No pasa nada, y no tienes que ocultarlo.

Yo siempre valoro cuando un paciente me dice: “Hoy estoy un poco nervioso”, o “Me siento muy cargada emocionalmente”. Eso me ayuda a adaptar el ritmo, la intensidad, incluso el tipo de masaje para que se convierta en algo realmente terapéutico.

Porque al final, el masaje no solo libera músculos… también libera emociones que el cuerpo lleva tiempo guardando.

Conversar con tu terapeuta: contar lo importante sobre tu cuerpo

Una buena sesión de masaje comienza antes de poner las manos sobre la piel. Y ese primer paso es la conversación. No hace falta que sea larga ni demasiado técnica, pero sí honesta y clara. Cuanto más sepa yo de ti y de cómo se encuentra tu cuerpo ese día, mejor podré ayudarte.

¿Qué cosas deberías contarme?

  • Molestias actuales: A veces, una pequeña tensión puede estar relacionada con otros desequilibrios.
  • Lesiones pasadas o crónicas: El cuerpo guarda memoria, y eso condiciona cómo trabajo ciertas zonas.
  • Estado de salud general: si estás tomando medicación, si tienes hipertensión, diabetes, problemas circulatorios, embarazos… todo cuenta. No se trata de juzgar nada, sino de adaptar la técnica a tu realidad.
  • Nivel de estrés o cansancio: muchas veces el cuerpo no duele, pero está agotado o saturado. Saberlo me ayuda a elegir un ritmo más suave o a centrarme en técnicas más relajantes.

Confianza y comunicación: la base del buen masaje

Para mí, el masaje es un trabajo en equipo. Una buena preparación antes de una sesión de masajes, es tener una buena colaboración. Yo pongo la técnica, la sensibilidad y la experiencia, pero tú me das la información y la confianza para que todo eso funcione.

Y por supuesto, durante la sesión también puedes hablar: si algo molesta, si una presión es demasiado fuerte, si notas que una zona necesita más tiempo… dímelo sin problema. Esto no es un spa, es un tratamiento adaptado a ti.

Qué hacer si tienes molestias o estás enfermo

A veces surgen situaciones en las que no sabes muy bien si deberías venir al masaje o no. Te duele algo más de la cuenta, estás con un resfriado, te has levantado raro… Y la pregunta típica es: ¿voy o lo dejo para otro día?

La respuesta depende del caso, pero aquí van unas pautas claras para que sepas cómo actuar.

Si estás enfermo (infecciones, fiebre, virus…)

Si tienes fiebre, gripe, resfriado fuerte, gastroenteritis o cualquier proceso infeccioso activo, lo mejor es reprogramar la cita. El masaje moviliza la circulación y el sistema linfático, y eso puede empeorar tus síntomas o hacer que el cuerpo se agote más.

Si tienes dolor localizado o molestias nuevas

Aquí hay matices. Si el dolor es leve o ya lo conoces (una sobrecarga, una tensión recurrente…), el masaje puede ayudarte mucho. Pero si el dolor ha aparecido de repente, es muy agudo, o no puedes moverte bien, lo primero es evaluarlo bien.

Pero si hay sospecha de lesión seria (hernia, rotura, inflamación aguda), te recomendaré primero acudir a un médico o hacer pruebas. No se trata de forzar por venir, sino de escuchar lo que el cuerpo necesita en ese momento.

Y si no estás seguro… habla conmigo

Muchas veces con una llamada o un mensaje aclaramos en un minuto si es mejor venir o posponer. Yo estoy para ayudarte, no solo con las manos, sino también con orientación y acompañamiento.

Tu cuerpo agradece cada pequeño detalle

Cuidarse no debería ser un lujo, sino una forma natural de vivir. Y cuando decides regalarte una sesión de masaje, no solo estás “quitando un dolor” o “dándote un capricho”: estás enviándole un mensaje claro a tu cuerpo y a tu mente que dice:
“Te escucho. Me importas.”

Todos esos pequeños gestos que haces antes de venir —comer ligero, llegar con tiempo, respirar profundo, contar cómo te sientes— no son detalles menores. Son señales de que estás presente, de que estás dispuesto a colaborar con tu bienestar.

Y créeme, el cuerpo lo nota.

A lo largo de estos años como quiromasajista y osteópata, he visto cientos de veces cómo la calidad del masaje mejora cuando la persona llega preparada y receptiva. La musculatura cede antes, la respiración se vuelve más profunda, la mente se apaga y el trabajo manual entra con más eficacia.

Así que, la próxima vez que vengas a una sesión, no lo veas como un paréntesis en tu día. Vívelo como un acto de conexión contigo mismo, y verás cómo poco a poco, sesión a sesión, tu cuerpo te lo devuelve en forma de bienestar, equilibrio y energía.

Porque al final, cuidarse empieza mucho antes de subirse a la camilla.

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